A poco más de un año de la aparición de la COVID-19 en el mundo y de que se convirtiera en pandemia, van tres picos epidemiológicos que muestran- simultáneamente- una elevada proporción de muertes y contagios. Las maneras de controlarlos han sido indicadas por la Organización Mundial de la Salud y por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos: el rastreo de casos y, a partir de ahí, las políticas de Estado son determinantes en el control de la enfermedad, de la mano- ahora- con la vacunación masiva.
A pesar de que en la actualidad la vacunación contra la COVID-19 va viento en popa, el rastreo sigue siendo determinante para conocer el comportamiento de la enfermedad en los distintos países y, a partir de ahí, poder seguir creando estrategias para contener y mitigar los riegos de contagio y consigo los picos epidemiológicos.
En Colombia, está ocurriendo un fenómeno que llama la atención, de cara al comportamiento de la enfermedad: el número de pruebas diagnósticas en el país aumenta en la medida que se dan los picos epidemiológicos. En entrevista con Gestarsalud.com, Jaime Ordóñez, médico PhD en Epidemiología, explica que cuando un sistema de salud enfrenta un brote, una epidemia o una pandemia la forma adecuada de controlarlo «no es quedándose parado en la puerta del hospital, esperando que la gente llegue a consultar, es actuando de manera proactiva».
En el país, a consideración del experto, no ha habido un sistema de vigilancia epidemiológico activo e ininterrumpido, de ahí que bajen la cantidad de pruebas diagnósticas en algunos momentos de la pandemia (meseta) y suban en los picos epidemiológicos (cuando hay un alza en los casos).
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El epidemiólogo está convencido de que la mejor manera de conocer el comportamiento real de la enfermedad en todos sus momentos es a través de un sistema epidemiológico activo, que sale a buscar casos en una población potencialmente sana.
«El error que se ha cometido es quedarse esperando que las personas se consulten por síntomas. Mientras el sistema de salud no haga una búsqueda activa de casos de COVID-19 esto va a seguir pasando. En reino Unido, por ejemplo, el rastreo ha sido muy efectivo. Ellos no han alcanzado la inmunidad de rebaño con la vacunación, pero han logrado bajar los casos, producto de un sistema de vigilancia epidemiológica activo. Rastrean cada 24 horas el 0.5 % de la población, en personas que buscan al azar en la calle. Eso permite cortar la cadena de trasmisión porque le hacen pruebas a personas que no tienen síntomas. El error que se ha cometido en muchas partes del mundo, incluyendo a Colombia, ha sido el mal rastreo».
Carmen Laborde, líder de analítica sanitaria y directora científica del Instituto de Epidemiología y Medicina Preventiva del Caribe, asegura también que el virus hay que testarlo en todas las personas que tengan contacto o hayan tenido un riesgo de infección.
No está de acuerdo con testear a las personas con síntomas, porque a partir de la aparición de los síntomas ya la persona lleva 4 o más días infectando a otros.
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«Tanto la estrategia de vacunación como la de rastreo siguen siendo necesarios para el control de la enfermedad. Este virus está en plena evolución. Se debe testear a toda persona que ha tenido un contacto estrecho con un positivo. El rastreo es efectivo si el 60 % de los contactos no positivos se muestrean en las primeras 48 horas después de la captura del primer caso».
La líder del Instituto de Epidemiología y Medicina Preventiva del Caribe pone como ejemplo a algunos países asiáticos que llevan sus niveles de rastreo de F1 a F5, es decir, que rastrean entre 30 y 50 contactos por caso. En los países latinoamericanos, por otro lado, ese índice de rastreo es muy bajo y está más orientado a hacerle la prueba a la persona que ya presenta síntomas.
De ahí parte el éxito en el logro que implica bajar el número de casos de COVID-19 y mantenerlos bajos, además de las recomendaciones dadas por los CDC de Estados Unidos:
- Uso de mascarillas.
- Mantener una distancia de dos metros con respecto a personas que no forman parte del núcleo familiar.
- Vacunarse.
- Evitar las aglomeraciones y lugares mal ventilados.
- Lavarse las manos frecuentemente, antes y después de ejecutar cualquier actividad.
- Cubrirse la nariz y la boca al toser o estornudar.